Manu me la ha regalado para que me acompañe en mis quehaceres diarios, para alojarla en el lugar donde paso gran parte del día (prácticamente las horas que estoy despierta). Ahora está fuerte, crecida, siempre acompañada pero me temo que un día de estos pueda enfermar porque cuando yo me marcho se queda en la oscuridad y en el más profundo silencio.
En ocasiones cuando llego recuerdo su existencia y otras que pasa desapercibida, entonces es cuando siento me invade el "sentimiento de las cosas", al advertir su presencia.
3 comentarios:
Yo creo que un pez anima más que una planta, tía...
Lo que importa es el detalle, claro.
mmm no sé yo, los peces los tengo en casa y no hago yo mucho caso. A la planta la saco, la guardo, la riego... me da más trabajo ;)
Bonito detalle de Manuel, Saludos.
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